jueves, 22 de noviembre de 2012

Silencia


Pesan. Se caen sobre sí mismos. Pesan. Como si un titiritero jugara con ellos desde adentro de mi cerebro. Los ojos.
Jueves. Lluvia. Pero de esa lluvia en serio. La de verdad. La que hace que la gente no salga de sus casas o la que hace que quienes se arriesgan a salir se vean obligadas a hacerlo con paraguas, pilotos y botas de goma.
La lluvia y los ojos. Los ojos se desmayan involuntariamente sobre los mofletes humedecidos y se aburren.

Jueves. Lluvia. Sueño y aburrimiento. El dolor de espalda otra vez, como si enanos con cejas gruesas me clavaran sus aguijones (enanos con cejas gruesas con aguijones) en la parte inferior de mi atrás. Me paro cada tanto, estiro las piernas, arqueo levemente la espalda, suspiro, camino encorvada unos pasitos, doy una vuelta en U por el pasillo alfombrado, vuelvo y me siento y la repetición comienza de nuevo.
F5. Usuario y contraseña. Diario.com. Abro y cierro un Word. No sé que poner pero necesito poner algo para pasar el momento. Había una vez. Nada se me ocurre. La gente habla poco. Lo que dice no se entiende. Las palabras están dormidas también. Lengua y paladar dormidos con ganas de reposo.
Silencio. Silencia. Silencio. Silencio. Silencio. Silencio. Silencio. Silencio. Silencio. Silencio. Suena un teléfono. No es el mío. El mío nunca suena. Gracias.
Todavía nada. Recién es el mediodía. Mi amiga no llegó a su trabajo. Se dilata la charla cotidiana. ¿Cómo estás? ¿Dormiste? ¿Donde estás? ¿Cómo te fue? ¿Y anoche? ¿Te vino? Dejá de drogarte. Llamá al abogado y terminá con esta historia.
Me voy a levantar. Las puntadas en la espalda otra vez.
Jueves. Lluvia. Sueño. Aburrimiento. Dolor de espalda. Ring.

2 comentarios:

  1. ¿Qué hacemos cuando el jueves, se repite en un viernes de sol, un martes nublado o en un domingo puto, aburrido y ni siquiera tengo la compu para abrir el word como en el trabajo? Ring, me llaman.

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